
CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco sostuvo, hasta sus últimos días, un estrecho vínculo con la pequeña comunidad católica de Gaza, demostrando una cercanía profunda y constante.
Durante más de un año y medio, su presencia espiritual se manifestó a través de llamadas telefónicas casi diarias a la Iglesia de la Sagrada Familia, preocupándose por su bienestar en medio del conflicto armado entre Israel y Hamás.
Incluso durante su prolongada hospitalización en el Hospital Gemelli, el pontífice no cesó de preguntar por los fieles en Gaza.
En cada conversación, su mensaje concluía con una exhortación a la oración, “convertida en refugio seguro en medio de la guerra”.
Oración compartida por la unidad
Tras conocerse la noticia del fallecimiento del Papa, el padre Gabriel Romanelli, párroco de la Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza, compartió con medios vaticanos el momento en que la comunidad católica se enteró del deceso.
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Señaló que “nos encontrábamos visitando la iglesia ortodoxa de San Porfirio para saludar al obispo griego Alexios y a su párroco, ya que este año celebramos juntos la Santa Pascua. Allí mismo nos reunimos en oración”.
El papa Francisco cercano a su pueblo
El padre Romanelli destacó la constante atención del Papa hacia su comunidad, señalando que “seguimos orando por él en nuestro recinto parroquial, agradeciendo a Dios por el gran regalo de su persona”.
El papa Francisco fue un pastor que amó y acompañó de cerca a esta “pequeña comunidad”, intercediendo por la paz en cada intervención pública.
En sus últimos llamados, pidió con fuerza el fin de la violencia, la liberación de rehenes y prisioneros, y el acceso efectivo de la ayuda humanitaria para los civiles afectados por el conflicto en Gaza.
La última comunicación entre el Papa y la parroquia ocurrió la noche del sábado, justo antes del inicio de la Vigilia Pascual.
“Pidamos al Señor que le conceda el descanso eterno”, concluyó el padre Romanelli, “y que los hombres y mujeres de buena voluntad escuchen sus insistentes llamados a la paz en Gaza y en todo el mundo”.
Es bonito ver cómo el Papa Francisco se preocupó por la comunidad católica de Gaza hasta el final. En un lugar donde hay tanto sufrimiento, tener ese apoyo espiritual puede hacer una gran diferencia. Es un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, siempre hay espacio para la esperanza y la solidaridad.
Es bonito ver cómo el Papa Francisco siempre estuvo tan cerca de la comunidad católica de Gaza, especialmente en momentos tan difíciles. La conexión que logró establecer con ellos es un ejemplo de empatía y apoyo. Sin embargo, me pregunto si ese tipo de atención debería ser más común entre los líderes religiosos, no solo en situaciones extremas, sino siempre, para que todos se sientan acompañados.