
José Emilio Pacheco es inmortal, su cuerpo se fue hace algunos años, pero sus relatos siguen vivos. Son testimonio de lo fuimos, lo que somos y lo que seremos; pequeñas ventanas para asomarnos a nuestras profundidades. Y aunque cada obra que escribió es arte puro, Las batallas del desierto es un pedazo de sabiduría sobre el origen del deseo y la imposibilidad del tiempo.
Más allá de ser un libro que cimbró la moral de generaciones enteras, esta novela corta nos permite caminar sobre el México que sobrevivió la Segunda Guerra Mundial. Un país cámbiate en el que el detergente sustituyó al jabón hecho en casa y los niños hablaban de superhéroes nacidos en Estados Unidos.

En medio de la epidemia de polio y las nuevas fábricas, asistimos a la historia particular de Carlos, adolescente en plena ebullición que sin querer se enamora de Mariana, la madre de uno de los amigos de su escuela, y así descubre que los cambios no sólo suceden afuera en el México moderno, sino también adentro.
Publicada en 1981, el título de este texto es engañoso. Los más despistados creen que evoca conflictos militares, cuando en realidad nos habla de los juegos infantiles en los que los niños recreaban las guerras en terrenos baldíos, mientras Miguel Alemán prometía un futuro próspero.

Batallas del desierto nació en un suplemento semanal de un periódico, al poco tiempo se hizo celebre y a la fecha ha contado con cincuenta reimpresiones y con más de un millón de libros vendidos. Asimismo, el relato ha inspirado películas y hasta una célebre canción de Café Tacuba.
La poderosa pluma de José Emilio Pacheco
Cuando hablamos de los escritores que transformaron la literatura mexicana, no podemos pasar por alto el legado del gran Emilio Pacheco, un novelista que también fue poeta, periodista, guionista y traductor; un novelista que sabía como escribir a México, como describir con palabras su cultura y sus paisajes.
Nació en la Ciudad de México, y como tantos otros jóvenes de clase media, estudió en la Universidad Autónoma de México. A los 19 abandonó la carrera de Derecho para dedicarse a la escritura y participó en diversas revistas literarias donde encontró su voz y agarró experiencia.

Desde sus primeras publicaciones, Pacheco exploró al máximo sus inquietudes; las relaciones humanas y los contrastes y bellezas de México. Su manera simple (pero compleja) de narrar los eventos cotidianos del país, lo situaron como uno de los integrantes de la generación de los 50, al lado de Sergio Pitol o Carlos Monsiváis.
En 1963 publicó su primer libro de poesía, Los elementos de la noche, y su primera antología de cuentos, El viento distante. Sin embargo, no encontró notoriedad hasta 1972, cuando llegó a las librerías El principio del placer.

Durante su carrera ganó decenas de premios internacionales, entre los que destacan el Premio Xavier Villaurrutia y el importantísimo Premio Cervantes en el 2009.
Pedazos de sabiduría de las Batallas del Desierto
A veces un libro es el mejor maestro que necesitamos para saber cómo vivir y cómo describir las emociones que nos atraviesan. En ese sentido, hemos escogido algunos fragmentos sabios de las Batallas del Desierto, para transitar la existencia.
Sobre enamorarse
“El amor es una enfermedad en un mundo en que lo único natural es el odio…”.

Sobre la identidad
“Mi padre dijo que en México todos éramos indios, aun sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres, nadie usaría esa palabra a modo de insulto”.

Sobre el futuro
“Nuestros libros de texto afirmaban: Visto en el mapa, México tiene forma de cornucopia o cuerno de la abundancia. Para el impensable año dos mil se auguraba —sin especificar cómo íbamos a lograrlo— un porvenir de plenitud y bienestar universales”.

Sobre las epidemias
“Fue el año de la poliomielitis: escuelas llenas de niños con aparatos ortopédicos; de la fiebre aftosa: en todo el país fusilaban por decenas de miles a reses enfermas; de las inundaciones: el centro de la ciudad se convertía otra vez en laguna, la gente iba por las calles en lancha. Dicen que con la próxima tormenta estallará el Canal del Desagüe y anegará la capital…”.

Sobre las nostalgia
“Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana”.

Sobre el amor imposible
“Por alto que esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti”.
