
Teuchitlán, Jalisco.- Tras la indignación pública que generó el hallazgo de restos humanos y objetos en el centro de adiestramiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en el Rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán, cada vez más jóvenes se atreven a romper el silencio y relatar el terror que vivieron en ese predio.
Es el caso de “José”, quien decidió platicar cómo fue su estancia, durante un mes y una semana, en el narcorrancho, entre agosto y septiembre de 2024.
Él dijo a Reforma que fue parte de las últimos grupos de muchachos reclutados que llegaron a la finca, antes de que llegara la Guardia Nacional.
Así recluta el CJNG a jóvenes para entrenarlos como sicarios en sitios como el rancho Izaguirre
Pero vamos por partes, primero te contamos cómo reclutaron a “José” para ser sicario, testimonio respaldado por muchos otros que ahora se atreven a romper el silencio y lo revelan en redes sociales, como la experiencia que comparte el periodista Antonio Nieto, donde los deliencuentes ofrecen “ofertas de empleo reales” (así las hacen parecer) y una vez que caen en la trampa mandan por los jóvenes a donde quiera que se encuentren.
En un hilo de X (antes Twitter), el comunicador explica que:
- Todo comienza con una invitación a un grupo de WhatsApp. Al grupo se entra por invitación de uno que ya estuviera dentro. Los administradores te informan cuánto pagan y, si te interesar te mandan mensaje privado y piden tu ubicación.
- El anzuelo a morder es un jugoso sueldo inicial de entre $4,500 y $5,500 pesos semanales, con la promesa que después tu salario puede alcanzar los $8,500 a la semana despues del adiestramiento; y podrás descansar cada mes y medio.
- Si caes aceptas y estás en Guadalajara o Zapopan, te envían un taxi para llevarte a una de sus oficinas. Una vez en el taxi, el conductor te tomaba una foto y la envía a los administradores. Ellos la publican en el grupo para que los demás vean que todo va en serio. El reclutado envía un último mensaje al grupo y lo eliminan del mismo.
- Cada 24 horas salía un autobús con decenas de reclutados con destino a Puerto Vallarta o Tala, Jalisco (a 19 minutos de Teuchitlán en auto), donde en ese momento estaban operando los campos de exterminio y entrenamiento de sicarios del CJNG. Una vez dentro, dejas de ser tú y ellos te entrenan para convertirte en lo que desean: entrenado para matar o morir.
Así recluta el CJNG para llevar a miles de jóvenes a campos de adiestramiento como el de #Teuchitlán @GobiernoJalisco:
Todo comienza con una invitación a un grupo de WhatsApp. Te demuestran que es REAL.
Mandan por ti donde quiera que estés. Esta fue mi experiencia (HILO). pic.twitter.com/CDAGRi7p3l
— Antonio Nieto (@siete_letras) March 17, 2025
Antonio Nieto explica que en los grupos de Facebook para ser reclutados había muchos aspirantes fuera de Jalisco. En esos casos ellos tenían que acercarse a dicho estado, pero a veces mandaban por ellos hasta Chiapas.
Agrega que en una ocasión un presunto comandante del cártel se presentó en el grupo como colombiano y se identificó como el “K-20” o “Kalavera”.
Y precisamente en Puerto Vallarta, el jefe de plaza es un hombre colombiano, Carlos Andrés, la “Firma”, ligado a la autoría intelectual del ataque contra Omar García Harfuch.
“José” confirma modus operandi para reclutar del CJNG en el Rancho Izaguirre de Jalisco
En entrevista para Reforma, “José” asegura que los reclutadores ofrecen a los jóvenes estas “ofertas de empleo” por medio de un conocido o una red social, como TikTok o Facebook.
Y en su caso, lo primero que le pidieron fue la fotografía de alguna identificación oficial para comprobar que ya era mayor de edad.
“Cuando ya se aseguran de quién eres, te hacen que mandes un vídeo, en el que debes decir ‘hola, yo soy tal y voy a trabajar en la empresa de las Cuatro Letras (CJNG) y nadie me está obligando y voy de parte de tal… (nombre el amigo que lo recomendó)’”, explicó, añadiendo que los reclutadores reciben comisiones por los chavos que logren captar.
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Tras ser aceptado, tuvo un encuentro con la persona que lo invitó.
La cita de “José” fue en las inmediaciones de la Nueva Central Camionera de Tlaquepaque, Jalisco, en donde un sujeto a bordo de un taxi de plataforma lo recogió.
Cabe mencionar que Índira Navarro, del colectivo Guerreros Buscadores, alertó en fecha reciente sobre al menos 67 casos de desaparecidos, sólo en 2024, en esta terminal de autobuses.
Antes de que “José” subiera al auto, el hombre le dijo que podía enviar un mensaje para avisar a sus familiares que se ausentaría y luego le quitó el teléfono.
Ese auto lo trasladó hasta otro punto no especificado, en donde lo recogió otro vehículo que lo llevó a una especie de consultorio, donde le realizaron un examen médico; ahí le pidieron que se desnudara, hiciera sentadillas y algunos ejercicios físicos, y lo revisaron para asegurarse de que no llevara drogas o armas.
Vio que apilaban zapatos y ropa de recién llegados al rancho de Teuchitlán
Luego, otra unidad lo transportó hasta el rancho, al que llamaban “La Escuelita”.
“Ahí, llegando, te hacen tu entrevista, ¿dónde vives?, todo, todo, te preguntan todo. Te dicen que si sabes a lo que vienes, quién te reclutó.
“Luego te preguntan que si ya comiste, yo no había comido y me dieron atún y me dejaron descansar“, contó.
Antes de dormir le pidieron entregar sus pertenencias, que amontonaron con los zapatos y ropa que ya tenían ahí.
“José” explicó que esa ropa era de uso común, ya que había personas que llegaban sin nada, pues vivían en la calle o estaban huyendo de la Policía.
Asegura que las prendas procesadas por la Fiscalía no son ni la mitad de lo que se reunió cuando él estuvo ahí.
Así era el entrenamiento del CJNG en el Rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco
Al segundo día después de su llegada al Rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, “José” comenzó el adiestramiento como sicario.
“José” explicó que su “comandante” trató de forjar una relación cercana con ellos e incluso los llamaba “hijos”.
Al iniciar el día, los levantaban muy temprano, y como parte del entrenamiento hacían aproximadamente cuatro horas de ejercicio y luego desayunaban.
Él calcula que estaba junto a 210 jóvenes que llegaron de la misma forma.
“Luego entrenábamos: posiciones, armar y desarmar armas, filas, ascenso y descenso de vehículos ya armados”, recordó.
Esa rutina dura un mes, en el que los jóvenes se van familiarizando con las armas, su uso, y cómo moverse con ellas.
En ese tiempo, “José” recibió 3 mil pesos a la semana como pago y tenía derecho a comprar en una pequeña tienda.
Al terminar esa capacitación, pasó una semana simulando batallas con pistolas de gotcha. Los jóvenes están desnudos y sólo les permitían cubrirse el rostro.
Según “José”, en esta etapa comienza la selección para las distintas plazas: eligen a los que mejor tiran y tienen menos marcas de pintura en el cuerpo.
El destino de cada recluta se decide finalmente con una competencia de tiro con armas de fuego reales: les permitieron hacer cinco tiros de arma larga y cinco tiros con pistola.
Los mejores se van a los grupos de élite y los menos aptos son llevados a Zacatecas, donde presuntamente servirían de carne de cañón.
“José” dice que él no vio que mataran a ningún joven quentrenara con él, sólo recuerda a un muchacho que murió de un infarto debido a que era adicto a las drogas; él mismo vio cómo su cadáver fue cremado.
Es realmente preocupante cómo estos grupos criminales logran captar a jóvenes y llevarlos a situaciones tan extremas. Es triste ver que muchos chicos, en busca de una mejor vida o por presión, terminan en un ciclo de violencia y miedo. La sociedad debería unirse más para ofrecer alternativas y proteger a los más vulnerables.
Es muy triste escuchar cómo estos jóvenes son captados y entrenados para hacer cosas tan terribles. La violencia nunca debería ser la respuesta, y es preocupante que haya lugares donde se normalice este tipo de entrenamiento. La sociedad necesita más apoyo y oportunidades para que los chicos no caigan en estas trampas.
Es realmente preocupante escuchar cómo jóvenes caen en esas redes de violencia y crimen. Es triste pensar que algunos sienten que no tienen otra opción y terminan atrapados en un ciclo tan destructivo. La sociedad debe hacer más para ofrecer alternativas y apoyo a estos chicos antes de que sea demasiado tarde.