
TEL AVIV, Israel.— Los restos de dos niños que murieron mientras permanecían como rehenes de Hamás en la Franja de Gaza fueron identificados, pero el otro cuerpo que entregó el grupo miliciano no es el de su madre, informó el Ejército israelí a primeras horas de hoy.
Hamás devolvió ayer los cuerpos de cuatro rehenes israelíes como parte del cese al fuego que puso en pausa 15 meses de combates.
Israel confirmó que un cuerpo es el de Obed Lifshitz, quien tenía 83 años al momento de su secuestro durante el ataque de Hamás que dio inicio a la guerra el 7 de octubre de 2023.
Los restos de Ariel y Kfir Bibas, quienes tenían cuatro años y nueve meses, respectivamente, cuando fueron secuestrados, fueron identificados por el Instituto Nacional de Medicina Forense en colaboración con la Policía de Israel y ya se dio aviso a sus familiares, indicó el Ejército israelí en un comunicado.
Los niños murieron en cautiverio en noviembre de 2023, añadió.
Sin embargo, el otro cuerpo no es el de su madre, Shiri Bibas, ni de ningún otro rehén, afirmó el ejército.
“Esta es una violación de la máxima gravedad por parte de la organización terrorista Hamás, que está obligada bajo el acuerdo a devolver cuatro rehenes fallecidos”, informó el Ejército israelí en un comunicado dado a conocer hoy. “Exigimos que Hamás devuelva a Shiri a casa junto con todos nuestros rehenes”.
Hamás no respondió de inmediato al anuncio de Israel de que el cuerpo no pertenece al de la madre de los niños.
Tensiones entre Israel y Hamás
El anuncio se produce en un momento de fragilidad para el alto el fuego entre Israel y Hamás que comenzó el 19 de enero.
Ayer, una serie de explosiones en tres autobuses que se encontraban estacionados estremecieron el centro de Israel.
El Ejército israelí anunció hoy restricciones al movimiento palestino y cierres en partes de Cisjordania como parte de sus operaciones de seguridad en la zona.
Un comunicado a nombre del primer ministro Benjamin Netanyahu dijo que el Ejército israelí “llevaría al cabo una operación intensiva contra centros de terrorismo” en Cisjordania, lo que aumenta la posibilidad de una escalada.
La entrega de los cuatro cuerpos a Israel motivó una oleada de duelo nacional, mientras las multitudes ondeando banderas se congregaron a un costado del camino para rendir homenaje a la caravana que transportaba los ataúdes.
Muchas personas lloraron y cantaron el himno nacional ante el paso de la caravana por el sur de Israel, en un marcado contraste con las celebraciones por el regreso de 24 rehenes vivos en las últimas semanas.
Hamás dijo que los cuatro rehenes y sus custodios murieron durante ataques aéreos israelíes. Pero la oficina de Netanyahu replicó ayer que Lifshitz fue asesinado en cautiverio por el grupo milicianos Yihad Islámica.
Los combatientes que entregaron los cuerpos exhibieron cuatro ataúdes negros en un escenario en la Franja de Gaza rodeados de pancartas, incluida una en la que se mostraba la imagen de Netanyahu como un vampiro. Cada ataúd llevaba en un costado una fotografía de cada uno de los rehenes.
Es realmente triste ver cómo se utilizan situaciones tan dolorosas para hacer propaganda o ganar puntos en un conflicto. La vida de las personas no debería ser un juego político. Es una falta de respeto hacia las familias que han perdido a sus seres queridos.
Es realmente triste ver cómo se utilizan situaciones tan dolorosas para hacer propaganda. La entrega de cuerpos en este contexto no solo es una jugada política, sino que también afecta profundamente a las familias involucradas. Es difícil entender cómo se puede jugar con el sufrimiento de las personas de esta manera.
Es una situación muy triste y complicada. Es horrible que se utilicen los cuerpos de personas para hacer política o enviar mensajes. Las familias ya están sufriendo lo suficiente sin tener que pasar por eso. La verdad, deberían respetar el dolor ajeno y no jugar con la vida y la muerte de las personas.