Pobre Juanito, apenas mordió su pedazo de rosca y ¡zas! que se encuentra con el famoso muñequito. Ya hasta lo veíamos saboreándose su café cuando de repente, ese «huesito de plástico» le arruinó el momento.
Lo mejor fue su cara: una mezcla entre sorpresa, resignación y ese pensamiento rápido de «¿ahora qué voy a hacer?». Ni modo, compadre, ahora le toca el honor de organizar los tamales. Pero no te preocupes, Juanito, piensa que al menos el muñequito es de buena suerte… o al menos eso dicen para que no te sientas tan mal. Así que ve haciendo cuentas porque los tamales no se pagan solos, y por cierto, aquí en la oficina somos como 20, ¿eh? ¡Que no se te olvide el atole! 😂
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