A los políticos de Morena, en especial al expresidente López Obrador, se les cayó el teatro y muy feo.
Las presiones de EE.UU., por medio del presidente electo Donald Trump, pusieron a trabajar a las fuerzas de seguridad mexicanas y de un día para otro se consiguió el mayor golpe en la historia en contra del fentanilo.
Una tonelada del mortal producto, equivalente a 20 millones de dosis listas para consumir, fue decomisada en un vasto operativo en Ahome, Sinaloa.
La presidenta Claudia Sheinbaum presumió la incautación de la droga, que fue calculada en cerca de 8 mil millones de pesos, unos 400 millones de dólares, lo que representa un quebranto enorme para el crimen organizado.
Aunque nadie le creía a AMLO su versión de que México no producía fentanilo, con este operativo queda claro que no solo se produce la letal droga a gran escala en nuestro país, sino que también se almacena, se transporta y se exporta a Estados Unidos y quizás a otras naciones del mundo.
Junto con la droga fueron incautados tres vehículos automotores, precursores químicos, revolvedoras industriales y básculas, según comunicó la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, que encabeza Omar García Harfuch.
A estas alturas ya no se justifica la gastada cantaleta de autoridades mexicanas en el sentido de que no se puede detener el trasiego de drogas mientras exista un gigantesco mercado de consumidores al norte del país.
Por supuesto que se puede frenar —no al cien por ciento desde luego— pero sí en un alto porcentaje si las autoridades trabajan en ello.
En México se dejó manos libres a los cárteles del narcotráfico, en especial en el sexenio de López Obrador, quien abiertamente evadió su responsabilidad de proteger la salud y la vida de los mexicanos.
Llegará el momento cuando AMLO tendrá que responder a la justicia por haber permitido que en su sexenio fueran asesinados cerca de 200 mil mexicanos, esto sin contar las decenas de miles de fallecidos durante la pandemia del Covid-19.
Bastó que el futuro presidente de Estados Unidos y sus colaboradores apretaran en el tema del fentanilo y la violencia para que de inmediato las autoridades mexicanas se pusieran a realizar su trabajo, esperamos que no sea llamarada de petate sino un cambio de fondo en la actitud y estrategia del nuevo régimen.
Por cierto, en Sinaloa los efectos de la lucha entre las facciones del cártel de Sinaloa ha provocado una terrible sangría económica calculada en 20 mil millones de pesos y la pérdida de al menos 25 mil empleos.
Un grupo de dirigentes del sector privado sinaloense optó por viajar a Ciudad de México a clamar apoyo a las autoridades federales toda vez que el gobernador Rubén Rocha Moya no ha sido capaz de controlar la oleada de violencia iniciada hace tres meses y que no parece tener fin.
Pero no solo Sinaloa sufre los embates de la narcoviolencia, muchos estados más tienen años aguantando vara sin que autoridad alguna ponga en orden y en paz a los despiadados malhechores, hoy pomposamente llamados generadores de violencia.
Ahí están Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Veracruz, Colima, Jalisco, Baja California, Michoacán, Sonora y Zacatecas, entre otros, donde se perdió el respeto por la vida y donde la paz social desapareció por completo.
Levanta ciertas esperanzas este cambio de estrategia por parte del gobierno federal aunque se deba a una presión exterior y no a la necesaria convicción de actuar a fondo para brindar a los mexicanos seguridad, justicia y tranquilidad.
¿A qué grado ha llegado la impunidad en México para que dirigentes del extranjero hablen de tomar acciones militares para poner un alto a los carteles que inundan de droga a Norteamérica
Las veinte millones de dosis de fentanilo requisadas en Sinaloa hablan del potencial de los narcotraficantes y más cuando sabemos que una sola dosis es capaz de matar a un consumidor.
Se cayó, pues, el teatrito de los morenistas, ahora hay que esperar que acepten sus errores y que se pongan a trabajar en serio para regresar a México la ansiada paz social.
Noticia final…
Mientras algunos expresidentes mexicanos se quejan de haber sido despojados de sus pensiones, preguntamos: ¿de qué vivirá López Obrador si nunca trabajó en el sector productivo ni tiene negocios personales? ¿Unos años en el gobierno de la Ciudad de México y seis en la Presidencia le alcanzan para una pensión federal? ¿Y la vigilancia militar en su rancho es por ley o un privilegio?— Hermosillo, Sonora.
jhealy1957@gmail.com
Periodista
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