En las últimas semanas pareciera que Juan Rulfo y su Pedro Páramo se han puesto de moda. No sólo por la brillante película de Rodrigo Pietro, sino porque existen obras de arte que son inmortales. De pronto resurgen, de pronto necesitamos volver a visitarlas para comprender la vida, y no hay mejor manera que hacerlo que buscando esos pasajes que son esenciales.
Y es que esta novela, escrita en 1955 ha sido esencial para mirar con cierta melancolía y amor, ese México que va más allá de sus ciudades. Un país de campos verdes inmensos. Una compilación de pequeños pueblos encerrados en el paisaje que existen en el total anonimato.
Pueblitos en los que las horas duran más de sesenta minutos, y las leyendas deambulan tranquilas en las esquinas y se cuentan de voz en voz en las plazas con iglesias y panaderías. Lugares a las que todos saben cómo llegar, pero nadie sabe cómo irse. Esos sitios casi reales, que llevaron a Juan Preciado a una travesía imposible y poética.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo,”.
Pequeñas anotaciones sobre Pedro Páramo
Es verdad que Juan Rulfo no fue un escritor muy prolífico, en su obra solo hay tres textos publicados. La antología de cuentos del Llano en Llamas en 1953, Pedro Páramo en 1955 y su segunda novela, que se convirtió en un guion de cine, El Gallo de oro de 1958.
Sin embargo, a pesar de no tener una obra muy vasta, Rulfo trastocó todo con sus letras. Casi setenta años después, Pedro Páramo es uno de los libros más importantes de literatura universal, particularmente de Hispanoamérica donde se inventó y se desarrolló el realismo mágico, esa mezcla deliciosa entre fantasía y vida cotidiana.
En su primera novela, Rulfo relata todo los cambios sociales de México tras el paso de la revolución. En estas páginas nos cuenta sobre la compleja relación que este país tiene con la muerte, la corrupción en todas sus formas y sobre todo, la soledad como una enfermedad que padecemos todos, los que están acompañados y los que no tienen a nadie.
Pedro Páramo como una obra de arte
En ese sentido, más que un libro con páginas y letras, Pedro Páramo de Juan Rulfo es una huella profunda, una disertación de nuestra mortalidad y nuestra inmortalidad. El autor convirtió la vida cotidiana del sur de Jalisco, es un pretexto para construir laberintos de las pasiones humanas.
Y hoy, a punto de que se extinga el 2024, podemos decir que nadie nunca ha plasmado o plasmará la realidad como Juan Rulfo. Con pocas palabras, este autor usa el viaje sin retorno del querido Juan Preciado, como un pretexto para explorar las grandes búsquedas de nuestros espíritus estropeados.
Seis pasajes de Pedro Páramo para entender nuestra propia vida
Con esto en mente, y porque queremos que siempre tengan esta poderosa novela en su mesita de noche, hemos seleccionado algunos instantes de la novela sobre la vida y las grandes cosas que suceden en ella.
Pasaje 1: sobre la melancolía
“Nunca supe de qué murió mi madre, tal vez de tristeza. Suspiraba mucho… Eso es lo malo, cada suspiro es como un sorbo de la vida, del que uno se deshace.”
Pasaje 2: sobre la memoria
“No existe un recuerdo, por intenso que sea, que no se apague.”
Pasaje 3: sobre el amor
“Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna.”
Pasaje 4: sobre los viajes
“Pensé en regresar. Sentí allá arriba la huella por donde había venido, como una herida abierta entre la negrura de los cerros.”
Pasaje 5: sobre el llanto
“Apagó la llama de la vela. Cerró la puerta y abrió sus sollozos, que se siguieron oyendo confundidos con la lluvia.”
Pasaje 6: sobre resistir
“No te aflijas por los demás; no te apures por mí. Yo tengo guardado mi dolor en un lugar seguro. No dejes que se te apague el corazón.”
¿Y ustedes leyeron el libro? Compartan su momento favorito.