La Ciudad de México se distingue, entre otras muchas cosas, por sus historias protagonizadas por seres de ultratumba y fenómenos inexplicables que pasan de boca en boca y de generación en generación. Aquí tenemos una colección de leyendas nocturnas de la CDMX, de esas que nos quitan el sueño, y aún más durante la temporada de las fiestas del Día de Muertos.
Los diferentes barrios, calles y callejones, así como las casonas, plazas y conventos de la capital, tienen sus propias narraciones que nos pueden llegar a poner la piel chinita. Muchas de estas leyendas nocturnas de la CDMx provienen desde los tiempos de la colonia, aunque también tenemos historias de lo sobrenatural desde la época prehispánica y otras tantas que llegaron en tiempos más recientes.
Estas historias sin explicación lógica nos dejan desconcertados y es sabido que los mexicanos conservamos una gran cantidad de costumbres y tradiciones relacionadas con los difuntos para las fiestas del mes de noviembre, que es cuando estas leyendas oscuras salen de sus rincones sombríos y sobreviven en la imaginación para enriquecer nuestra cultura. La verdad es que a todos nos gusta conocerlas. Aquí, algunas leyendas nocturnas de la CDMX.
El Antiguo Convento de la Concepción
La leyenda de este lugar del Centro Histórico, ubicado en Belisario Domínguez y República de Brasil, tiene un tono trágico. Cuenta que María Gil, una joven adinerada, se enamoró de un hombre conocido como Urrutia. Los hermanos de María se oponían a esta relación y decidieron ofrecerle dinero al enamorado para que nunca volviera a ver a la muchacha.
Así, Urrutia se fue a Veracruz y María, al no saber más de él, ingresó en un convento. Como no pudo soportar el dolor, decidió colgarse de un árbol de duraznos del lugar y se dice que su espíritu se aparece por el convento y que veía su figura reflejada en el agua de una fuente del patio, por lo que se llegó a prohibir la salida de las monjas enclaustradas en el convento después del anochecer.
La Novia del Usurero
Según cuentan, esto sucedió en el ex convento de La Merced, en el año de 1673. Don Cosme Zepeda y Villagómez hizo una gran fortuna en su puesto como adelantado en Perú y llegó a vivir a la Nueva España, donde se dedicó a hacer préstamos con intereses elevados a indígenas y campesinos, y en algunas ocasiones pedía a cambio tener a las mujeres de estas personas en su casa por un tiempo, a manera de pago.
Un día llegó con Cosme un mercader de nombre Juan Galván Mercadante, que le pedía un préstamo para la construcción de unos barcos. El usurero conoció a Inés, la hija de Juan Galván y llegó a ofrecer el préstamo con la condición de que, si no se le pagaba en un lapso de tres meses, se casaría con ella.
Ante la necesidad de su padre y sin que él lo supiera, Inés cerró el trato con Cosme Zepeda. Así, Juan Galván recibió el oro creyendo que llegaba por otros medios, pero sus barcos se hundieron en una tormenta. La verdad salió a relucir y la boda se llevaría a cabo en la capilla del convento de La Merced, a las doce de la noche y en la fecha fijada por Inés.
Días antes del matrimonio, la muchacha murió repentinamente en su habitación. Un fraile le aconsejó al mercader que el espíritu de su hija debía cumplir su último deseo y así, cuentan que, en la noche de bodas, un bulto blanco esperaba al usurero en el altar y al darse cuenta de que la novia era un espectro, enloqueció y enfermó, dispuesto a cambiar su estilo de vida, falleciendo un mes después.
La Casa de la Tía Toña
Otra de las leyendas nocturnas de la CDMX se refiere a este lugar de la tercera sección del Bosque de Chapultepec, muy cerca del Panteón de Dolores y según cuentan, hasta hoy se aparece su antigua dueña, enfurecida por la visita de extraños y curiosos. La Tía Toña era una mujer adinerada y solitaria que decidió hospedar en su casona a niños de la calle para darles techo, vestido y comida.
La leyenda cuenta que los niños le hacían imposible la vida a la mujer, que un día enloqueció y los mató a todos. Lanzó los cuerpos al río de una barranca cercana y después se quitó la vida. Desde entonces se dice que en la casa se escuchan ruidos extraños y se pueden ver siluetas por las ventanas, aunque según los dueños del terreno, la casa original fue destruida y hoy es una lujosa residencia. Aún así, es un lugar muy frecuentado por la gente.
La Planchada
Esto ocurrió en el Hospital Juárez de la CDMX. Según dicen, una de las enfermeras que trabajaba ahí, llamada Eulalia, rubia y de ojos claros, siempre se empeñaba en su trabajo para cuidar a los enfermos y llevaba un uniforme muy bien planchado y almidonado. Según dicen, un día llegó un nuevo doctor al hospital del que Eulalia quedó enamorada.
Este médico tenía fama de mujeriego. Llegó a decirle a ella que al regresar de un viaje que tenía que hacer se casarían. Pero la verdad era otra. Un enfermero le confesó a Eulalia que el médico había renunciado a su puesto y que se había ido de viaje de Luna de Miel con su nueva esposa para no regresar.
Algunas versiones cuentan que desde entonces, la enfermera trató a los enfermos con desprecio e indiferencia, pero que al final de sus días quedó arrepentida y decidió enmendar sus faltas. Otros cuentan que se suicidó al saber la noticia. Pero así es como muchos pacientes del hospital dicen que cuando olvidan tomar sus medicamentos o necesitan ayuda, una enfermera con un uniforme que parece de otra época los cura y los ayuda.
El Vampiro de Barranca del Muerto
Esta leyenda nocturna de la CDMX pertenece a tiempos más actuales. Según dicen, un obrero llamado José tuvo una experiencia aterradora una noche al ir de regreso a casa en el último vagón del metro que tomó en la estación Barranca del Muerto de la línea 7. Fue ahí donde se encontró con un hombre de aspecto extraño y de largos colmillos.
José se quedó dormido por el cansancio y el extraño le chupó la sangre. Lo siguiente que recordó el obrero, fue despertar en una cama de hospital, donde contó su historia pero nadie le creyó. Esta línea del metro es la que tiene mayor profundidad. También se dice que en el rumbo de Barranca del Muerto se aparecen los fantasmas de los muertos de la Revolución Mexicana que fueron lanzados en la antigua barranca que se utilizó como fosa común.
Fantasmas de Tlatelolco
La Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, no se queda atrás en cuanto a historias de apariciones y almas en pena. Recordemos que ahí fallecieron muchos jóvenes en el conflicto del 2 de octubre de 1968 y más tarde hubo más víctimas con la caída del edificio Nuevo León, durante el terremoto de 1985. La gente cuenta que una niña que murió en los escombros del sismo regresó para darle un mensaje a sus padres y despedirse de ellos.
Más adelante, en el año 2000, ocurrió la aparición de un joven vestido de blanco que corría tan rápido que parecía no tocar el piso. Los vecinos lo llegaron a ver durante varios días recorriendo el trayecto entre la zona arqueológica y la iglesia de la Plaza de las Tres Culturas. Un 2 de noviembre se vio al joven acercarse a una ofrenda de la zona. Una vecina decidió acercársele para decirle que él ya no pertenecía a este mundo. Y así fue que, el también llamado “bailarín de la plaza”, no volvió a aparecer en el lugar.