NUEVA YORK (EFE).— La inmigración ya se convirtió de nuevo en un arma electoral en Estados Unidos, pero esta vez ambos candidatos ponen el foco en el mismo problema, los cruces ilegales en la frontera, sin apelar a los beneficios que aporta en un país donde una gran parte de la población tiene orígenes extranjeros.
“Aunque los políticos republicanos y demócratas pueden diferir claramente en tono y matices, hoy hay mucho más alineamiento entre los dos partidos, al menos en políticas fronterizas, que en ningún otro punto de las últimas dos décadas”, señala un estudio reciente del “Migration Policy Center”.
El candidato republicano, el expresidente Donald Trump, usa el tono más duro, con arengas similares al “ellos contra nosotros” y propuestas como la deportación masiva y la eliminación de la ciudadanía por nacimiento para atajar la criminalidad y la pérdida de empleos, fenómenos que él vincula con la inmigración.
Desde que comenzó el mandato del presidente Joe Biden, en 2021, las patrullas en la frontera con México ya tuvieron 8.6 millones de “encuentros” con inmigrantes que cruzaban a Estados Unidos, incluido un récord en 2023, pero esa cifra se desplomó este año por las acciones de ambos países, según un informe de Pew Research.
Y a pesar de eso, la seguridad en la frontera sigue siendo un tema clave en las elecciones: el 88% de los votantes registrados están a favor de reforzarla y lo defienden tanto republicanos (96%) como demócratas (80%), agrega esa entidad, citando una encuesta de agosto.
Aluvión
Los dos últimos años han estado marcados por la redistribución de solicitantes de asilo por todo el país, muchos fletados en autobuses por los gobiernos republicanos de Texas y Arizona a ciudades demócratas como Nueva York, que ya recibieron 210,000, un aluvión que puso en crisis el sistema público de albergues (65,000 nuevos huéspedes).
En esta ciudad es fácil ver en el metro a jóvenes madres que venden dulces con sus bebés a cuestas o familias deambulando cerca de albergues. Son los rostros de la ola de inmigrantes que gestiona una administración que sufre un desgaste de imagen por la carga económica y por los delitos cometidos por inmigrantes, escasos pero muy mediáticos.
Si Biden en 2019 los invitaba a escapar de regímenes opresivos hacia un país de puertas abiertas levantado por inmigrantes, esa postura cambió a un “Mejor, no vengan”, tanto en su discurso como en políticas más restrictivas. Tampoco la vicepresidenta Kamala Harris, su heredera en la carrera electoral, cambió el tono.
Restricciones
Kamala, que enarbola su historial como fiscal de San Francisco, propone reforzar la frontera e incrementar las restricciones a la inmigración, medidas que ejemplifican ese cierre de puertas en paralelo al programa de último minuto de la administración Biden para regularizar a esposos indocumentados de estadounidenses.
La candidata demócrata ya admitió que el sistema migratorio estadounidense está roto, y organizaciones como la Unión de Libertades Civiles (ACLU) se preparan para el despliegue de una “máquina de deportación” oficial en la frontera por parte de “futuras administraciones”, sin distinción.
Discurso estigmatizador Trump
El expresidente Donald Trump ha redoblado un discurso estigmatizador de migrantes.
Comparación
El republicano compara a los inmigrantes con “asesinos, violadores, rufianes, vendedores de droga y pandilleros”, acusa a Kamala Harris de haberlos traído y promete liberar al país. Ha llegado a acusar a los haitianos de comerse las mascotas de los estadounidenses.
“Deshumanizador”
El profesor de la Universidad de Míchigan William Lopez, especializado en salud pública y estudios latinos, dice que aunque ambos candidatos ponen el foto en la frontera, el discurso de Trump es “deshumanizador”, y no le importa “que su público piense que todos los inmigrantes son peligrosos”.