“Evitar otro 7 de octubre” es la misión con la que el Ejército de Israel justifica la invasión terrestre que inició hace dos semanas en el sur de Líbano, casi un año después de hacer lo mismo en la Franja de Gaza, para alejar de su frontera norte al grupo chií Hezbolá, en una ofensiva que se ha cobrado la vida de más de mil 500 libaneses.
“Este no es un túnel defensivo, aquí no hay un puesto militar ni un sistema de alarmas. No es así como se construye un puesto defensivo, sino un puesto operativo de ataque”, explica el coronel de la reserva Rotem a un grupo de medios, entre ellos EFE, que ha accedido este domingo, empotrado con el Ejército israelí, a la zona que ya controla militarmente en el sur de Líbano.
Se trata del área de Labouneh, una pequeña aldea en las montañas del sur de Líbano a unos 4 kilómetros de la costa mediterránea, situada frente a la localidad israelí de Hanita, a escasos 200 metros de distancia pero divididas por una valla fronteriza infranqueable desde 2006, que ahora ha roto el Ejército israelí.
A raíz de las pruebas incautadas en su incursión terrestre en el sur de Líbano, feudo de Hezbolá, el Ejército israelí asegura que el grupo planeaba un ataque contra civiles en Israel similar al cometido por Hamás el 7 de octubre de 2023, en el que murieron mil 200 israelíes y 250 fueron secuestrados, 97 de ellos aún cautivos en al Franja de Gaza.
“Además de armamento como RPGs y explosivos, hemos encontrado en los túneles cercanos a la frontera equipamiento médico y grandes dosis de anestesia. ¿Para qué necesitaban eso?”, se pregunta el teniente coronel israelí Tomer Keidar.
Se responde a sí mismo: “planeaban un ataque terrorista como el de Hamás contra civiles israelíes“. Según Israel, este operativo de Hezbolá, el mayor grupo armado de Medio Oriente y aliado de Irán, había sido bautizado “Operación Galilea“.
Antes de penetrar con sus tanques y blindados militares en Líbano, Israel llevó a cabo intensos bombardeos en la zona -también en Beirut y el valle de la Bekaa- y desde entonces ha ordenado la evacuación de un centenar de poblaciones en el sur del país, más de cuarenta entre ayer y hoy, forzando el desplazamiento de más de 1.2 millones de libaneses, un patrón que también recuerda al visto en Gaza.
“Empezamos con una misión defensiva de nuestra frontera, y cuando comenzó la maniobra terrestre hace un par de semanas, mi división se unió a la misma al otro lado de la divisoria en el área de Labouneh”, explica el general Norkin, de una de las cuatro divisiones que operan en estos momentos dentro de Líbano.
Un año de fuego cruzado
La suya llevaba desde el año pasado apostada en la frontera septentrional de Israel, ante el creciente intercambio de fuego entre el Ejército israelí y Hezbolá que comenzó el 8 de octubre de 2023, con los primeros cohetes que lanzaron los milicianos chiíes “en solidaridad” con el pueblo palestino de Gaza, y en un intento de debilitar la operación militar israelí en la Franja al obligarse a desplazar efectivos al norte.
Israel respondió con virulencia y desde hace más de un año bombardea con dureza el sur de Líbano. Desde entonces han muerto unos 2 mil 250 libaneses. Según el Ejército israelí, más de 800 eran milicianos de Hezbolá. La mayoría de los fallecidos, más de mil 500, han muerto en las últimas dos semanas, cuando ha escalado el conflicto.
Además de las supuestas evidencias para la “Operación Galilea”, el Ejército israelí también asegura que está sorprendido por la enorme cantidad de armamento que ha encontrado, todo de última generación, y de factura no solo iraní, sino también procedente de Rusia y Corea del Norte.
“Hezbolá es más que una organización terrorista, es un grupo muy bien estructurado, el mayor ejército terrorista del mundo, con un increíble y moderno arsenal armamentístico procedente de Irán, Rusia y Corea del Norte”, aseveró a EFE el coronel Oliver Rafowicz.
Según Rafowicz, la conexión e infiltración de Hezbolá con las aldeas del sur de Líbano ha obligado al Ejército israelí a “entrar y limpiar toda infraestructura militar del grupo, porque es la única manera de que nuestros residentes del norte puedan volver a sus casas, con más de 80 mil israelíes evacuados”.
“No estamos en una guerra contra Líbano, ni contra el pueblo libanés, solamente contra un Ejército que se llama Hezbolá y que es un satélite de Irán. No estamos tampoco en una guerra contra la FINUL (la misión de paz desplegada por Naciones Unidas en la región), pero sabemos que, como Hamás, Hezbolá está utilizando su proximidad de las instalaciones de ONU para atacar Israel”, afirmó.
En los últimos días, cinco cascos azules de FINUL han sido heridos en ataques de Israel, que acusa a Hezbolá de camuflarse cerca de sus instalaciones. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, instó hoy a la ONU a sacar a esta misión de paz de Líbano para evitar, dijo, que el grupo chií use a sus miembros como “escudos humanos”.
Con información de EFE
Israel dice que solo quiere «limpiar» la infraestructura militar de Hezbolá en Líbano para que la gente pueda volver a casa. Ah, claro, porque eso es lo que hacen todas las personas civilizadas, ¿no? Invadir otro país y destruir su infraestructura para «ayudar» a la gente. No importa si hay civiles inocentes atrapados en medio de todo esto, ¿verdad? Muy humanitario por parte de Israel, sin duda.
Israel ataca Líbano para «limpiar» todo lo que tiene que ver con Hezbolá. ¡Qué buena intención! Seguro que los residentes del norte están muy contentos de tener su casa destruida. Bravo por Israel.
Israel dice que quiere destruir las cosas malas en Líbano para que la gente pueda volver a sus casas. ¡Qué bueno que son! O al menos eso dicen.