México no se parece a nada en el mundo, es mega diverso, rico culturalmente y lleno de lugares por descubrir. Más allá de sus atracciones turísticas, que son visitadas por millones todos los años, este país ofrece escapadas inadvertidas que tienen el poder de transformarnos y cambiar el curso de nuestras existencias. Aquí tenemos 5 viajes por México que sin duda debemos hacer una vez en la vida.
Y es que, desde la Sierra Mixteca hasta la Sierra Tarahumara, México ofrece una procesión de lugares asombrosos. Una colección de bellezas que recorren silenciosamente las carreteras y nos permiten adentrarnos en culturas, sabores, climas y paisajes que aunque son desconocidos, son imprescindibles para valorar y reconocer que hemos nacido en (o visitado) un destino sublime.
En ese sentido, no es necesario viajar a África para intérnaros a la selva, ni conocer Europa para entender de arte, ni irse a Oceanía para vivir el Pacífico o estar en París para probar algo delicioso, porque nuestro país es la combinación majestuosa de todas esas experiencias y sin duda hay viajes por México que nos esperan con experiencias inolvidables.
México, un tesoro cultural y turístico
Podemos ver las estrellas al sur, comer como los dioses en todos lados, ver manantiales debajo de las montañas y espiar monos en la punta de un árbol de la Lacandona. En muchas ciudades hay edificios barrocos, en los páramos hay plantas endémicas y algunas esquinas, flores moradas que crecen en el invierno que se hacen acompañar por leyendas y ritos inmortales.
Con esto en mente, hemos seleccionado algunas maravillas que no están en las guías de turismo tradicionales y que nos permitirán conocer todos los Méxicos que es México; playas, pueblos y bosques que son sin duda, el mejor itinerario para planear un viaje de fin de año.
5 viajes por México para hacer una vez en la vida
San Cristóbal de las Casas
Imaginen un pueblo al sur de México con un paisaje verde y nebuloso. En San Cristóbal además hay una amalgama de experiencias que necesitan ser vividas; una mezcla de bellezas naturales, culturales, gastronómicas y arquitectónicas. Aquí se puede desde conocer el Museo del Ámbar, hasta visitar la catedral barroca del centro que aunque es colonial, evoca ritos y celebraciones indígenas.
Ubicada a poco más de 46 kilómetros de la autopista de Tuxtla Gutiérrez, la pequeña ciudad de clima templado está lista para recibir visitantes, entre sus calles coloniales hay varias iniciativas locales que nos permitirán conocer lo que nadie conoce.
Cuatro Ciénegas
También conocido como la “galápagos de México”, este sitio deambula entre lo real y irreal, no sólo por su biodiversidad sino por sus paisajes extraños, entre blancos y azules, donde viven los estromatolitos, unas estructuras minerales consideradas como unas de las primeras formas de vida en el planeta.
En el corazón de este sitio, que nos genera la misma sensación que conocer Marte o Venus, hay una poza azul que brilla. También hay la oportunidad de recorrer una mina de mármol plagada de piedras geométricas y puntiagudas que desafían el horizonte de cielos profundos.
Campeche
Aunque las joyas del sur toman cada vez más relevancia entre los turistas, esta ciudad, que también es un puerto, resulta poco frecuentada. Sin embargo, es uno de esos sitios en los que el tiempo transcurre más lento y uno puede pasar la tardes en el malecón en absoluta tranquilidad.
La capital de Campeche se declaró como Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 por ser la primera ciudad amurallada de América. Su muralla nos ofrece una caminata única entre piedras, museos, restaurantes y un mirador con vistas al mar y a ruinas arqueológicas.
Izamal
Bienvenidos a una ciudad pequeña repleta de fachadas amarillas. Ubicada a 72 kilómetros de Mérida, Izamal ofrece un recorrido ecléctico parecido a caminar dentro de una gran obra de arte donde se entrelazan el pasado prehispánico, el colonial y el presente.
Un ejemplo de esto es su convento franciscano San Antonio Padua, uno de los más antiguos de México, que se erige sobre un adoratorio maya conocido como Pap-Hol-Chac. En este recinto comprenderemos las complejidades de la evangelización.
Bosque otomí-mexica
Cerca de Toluca y la CDMX está la casa natural llena de árboles gigantes de los otomís. Con más de 2,800 hectáreas, este bosque inmenso nos permite reconocer que el verde es un color infinito que se trepa a árboles y plantitas del camino. Entre sus pasillos de tronco aparece el Río Lerma, que fluye entre viejas leyendas prehispánicas. Otro de los viajes por México que valen la pena.
Por si lo anterior fuera poco, aquí se ubica el Centro Ceremonial Otomí, un espacio único en el que algunas comunidades todavía realizan ceremonias y ritos de sus ancestros. Asimismo, el lugar funciona como parque donde algunos practican senderismo, se internan por el bosque y hasta acampan en las noches para ver las estrellas.