Con el tiempo, las generaciones cambian sus hábitos y costumbres. Querámoslo o no, la cultura y las tradiciones se conservan, pero también se modifican. Antes del mundo digital, con la web y la nube, teníamos costumbres diferentes para satisfacer, por ejemplo, nuestras necesidades musicales. En ese sentido, vale la pena hacer una crónica sobre cómo conseguíamos y comprábamos música en los 80 y 90 del siglo pasado.
Hace mucho, además de los conciertos, la difusión musical comenzó con el uso de partituras, una forma exclusiva de difusión para músicos y conocedores. Después llegaría el milagro de las grabaciones y la radio, y claro, el ingenio y los avances tecnológicos harían lo suyo para que los escuchas pudieran disponer de sus temas favoritos en casa. Y así surgieron los diferentes formatos y tipos de reproductores para escuchar nuestras canciones favoritas.
Todo empezó ya hace algunas generaciones atrás, con la aparición de los primeros fonógrafos, encargados de reproducir acetatos con toda clase de música. Al pasar de los años, en la década de 1980 el fenómeno ya era global. No había casa que no tuviera un tocadiscos o un tocacintas decente. Para la década de 1990 llegaría el tan popular y hoy casi extinto Compact Disc, que revolucionó el modo de consumir música hasta como lo hacemos ahora.
La magia de las tiendas de música
En la actualidad podemos decir que el formato físico de la música es sólo para melómanos excéntricos. La tradicional visita a una tienda de discos se convirtió en un hábito que se puede hacer desde casa con una computadora en línea y de manera instantánea. Con esto se perdió la magia de recorrer largos pasillos llenos de vinilos, casetes y más tarde CDs, así como el aspecto social que había alrededor de esta actividad.
Todos tenemos nuestros grupos y cantantes favoritos. Nada mejor que su música nos acompañe durante el día, en las reuniones con amigos o en las grandes fiestas y ocasiones especiales. Algunas canciones nos recuerdan ciertos momentos importantes o a personas entrañables en nuestra vida.
Al inicio, después del surgimiento de las estaciones radiofónicas, se hizo común el consumo de vinilos, que aparecieron en la década de 1930. Así, el formato evolucionó, desde los discos de 45, 78 y más tarde los de 33 RPM, hasta la creación de los primeros cartuchos de cinta o las cintas de 8 pistas que le dieron paso a los casetes. Todos tenían una colección que se hacía más grande con el tiempo y para esto, las tiendas de música eran indispensables.
El auge de la década de 1980
Los años 80 son considerados como la Era Dorada de la Música, con una infinidad de géneros musicales que iban desde la música regional y las baladas, hasta el rock y la música electrónica.
Las tiendas de discos tenían música para todos los gustos y de vez en cuando, con el lanzamiento del disco de un artista famoso, se hacían largas filas al exterior de estas boutiques especializadas para que nadie se quedara sin su copia. Cada ciudad tenía su tienda, aunque aún no existían las grandes cadenas que llegarían después.
En los 80 había la opción de comprar la música de tus artistas en acetato o en casete y cada quién decidía qué formato le funcionaba mejor. Tiendas como Discolandia o Discos Zorba, ubicada en la Zona Rosa y otras partes del país, tenían los éxitos del momento para que la gente se deleitara con sus artistas predilectos. No faltaban las tiendas independientes. También se podía comprar música en supermercados y otras tiendas departamentales.
Un poco más adelante llegó el Compact Disc, con un formato de mayor fidelidad en el sonido y mejor portabilidad. Poco a poco los grandes discos de vinil irían desapareciendo, seguidos por los casetes. Los CDs se encargaron de marcar la entrada de la era digital en el mundo de la música y aparecieron las grandes cadenas de tiendas como Mixup o Tower Records.
Los años 90
Durante muchos años, la única manera de comprar el disco que te gustaba era visitando la tienda que te quedara más a la mano. Y no podía faltar la piratería en bazares y otros puestos callejeros, con los que te ahorrabas algo de dinero al no comprar el original. Las tiendas de música ofrecían firmas de autógrafos de artistas nacionales e internacionales, con lo que quedaban abarrotadas por los seguidores.
Y así se compraba música en los 80 y 90. Al acercarse el cambio de siglo, la era digital prosperó, pero este acontecimiento marcó el declive de las grandes tiendas de discos. La transferencia de datos mediante internet por medios autorizados y no autorizados se puso de moda y las grandes disqueras empezaron a desaparecer. Para los 2000 los artistas lanzaban sus sitios web y así se perdió el concepto del arte en los álbumes, tan valorado por los coleccionistas.
La actualidad
Aún así, hoy podemos disfrutar de la música de nuestros artistas en la casa, en el coche, en la fiesta o al dar un paseo por la ciudad. Los reproductores portátiles, que comenzaron con grabadoras de pilas y evolucionaron en los Walkman, los Discman y los reproductores de MP3, también marcaron una tendencia que conservamos hasta nuestros días.
Las tiendas de discos ya venden pocos ejemplares de los éxitos que van apareciendo y la mayoría de sus estantes dejaron de exhibir CDs para darle paso a reproductores de MP3, audífonos y otros accesorios que son necesarios para escuchar la música en la era de la nube, así como a souvenirs y otras curiosidades. Casualmente, los vinilos de 33 RPM regresaron, pero sus altos precios ya no son los mismos que tenían cuando eran el formato genérico en el siglo XX.
Cada quién disfruta de la música a su modo. Así, como se compraba música en los 80 y 90 del siglo pasado,la industria musical seguirá evolucionando y seguramente no será lo mismo que es hoy 20 años más adelante. Ya veremos cómo escuchan música las próximas generaciones.