Todos los seguidores de la literatura de José Agustín saben que el escritor mexicano era fanático del rock, que fue crítico de este género en diferentes publicaciones, que amaba las canciones de Elvis Presley y Bob Dylan, y que además muchas de sus obras están inspiradas parcial o totalmente en esta música (sólo por dar un claro ejemplo, su autobiografía se titula “El rock de la cárcel”), pero es en el libro “La nueva música clásica” en el que realmente se dedicó a escribir enteramente sobre esta pasión que cultivó desde muy chico, gracias a los discos que le traía su papá desde Estados Unidos.
Pues en esta ocasión, por la publicación de una nueva edición de este libro, platicamos con su hijo José Agustín Ramírez, quien además de hablarnos de su participación con un texto que sirve como extensión de lo hecho por su papá, nos cuenta un poco más sobre los gustos musicales del escritor y de cómo disfrutaba del rock todos los días.
“Tenía que escuchar música a todas horas”
Recuerdos y pasiones musicales registradas en autobiografías, críticas publicadas en periódicos y revistas, entrevistas donde habla de bandas de diferentes partes del mundo, pero, ¿cómo disfrutaba José Agustín de la música, del rock, en su día a día
Como cuenta su hijo, “era melómano, o melomaniaco, diría yo”, pues escuchaba música a todas horas, todo el tiempo, ya que desde que se despertaba, “que no era temprano –yo jamás desayuné con él–”, lo hacía. Por ejemplo, durante el día le gustaba poner algo prendido, a veces géneros tropicales, sobre todo cuando quedaba aturdido de rock y de la música en inglés.
“Podía escuchar desde el Piporro o cosas muy chistosas, hasta Pink Floyd o los Rolling Stones, los oldies, la música de los sesenta, pero sí se iba abriendo, como melómano se interesaba en la nueva música que iba saliendo“.
“Tenía su Hit Parade personal”, agrega Agustín Ramírez y relata que por las tardes su papá compartía la música con ellos, “era el DJ aquí”. Ponía música a todo volumen en su equipo de sonido que aún se conserva en la sala de su casa, en las “bocinotas gigantescas”; algo que también se repetía en su estudio y en el jardín, cuando quería tomar el sol, tomarse una chela, mientras escuchaba su música.
Incluso cuando salía de viaje, en el coche llevaba varios discos. Y cuando llegaba la noche, se metía en su estudio a trabajar, obviamente escuchando música.
“Para trabajar sí prefería música que no fuera verbal, o sea, prefería música instrumental, fuera clásica o jazz, o también mucho rock donde no cantan, porque le estorbaba”.
Y después de escribir, y antes de irse a dormir, José Agustín se iba a la sala de su casa y se ponía a ver películas, aunque también conciertos en vivo que coleccionaba en formato Beta, VHS y DVD. Sí, como menciona su hijo, ya no le tocó la locura de hoy en día, “el mar de música, digo yo”, pues después del accidente que sufrió en 2009, “se quedó paralizado ahí en el tiempo”, pero él, sus hermanos, toda su familia y amigos siempre le siguieron compartiendo música hasta que falleció en enero de este 2024.
Desde Bob Dylan hasta PJ Harvey: Los gustos musicales de José Agustín
Como se puede leer en su libro “La nueva música clásica”, José Agustín amó las canciones y desparpajo de Elvis Presley, la manera en que cantaba, bailaba y cómo representaba a la juventud de aquellos años. Aunque luego se decepcionaría un poco de él cuando decidió sumarse al ejército.
Después le encantaron las facetas experimentales de The Beatles y The Rolling Stones en sus discos “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” y “Their Satanic Majesties Request”, respectivamente; esa “unidad a través de la diversidad” de las canciones que los conformaban, y que incluso él llegó a recrear en su libro “Inventando que sueño”.
Pero si de un músico quedó sujeto toda su vida fue de Bob Dylan, aún en su faceta religiosa, pues admiraba las letras que escribía para sus canciones, considerándolo un poeta: “Sus construcciones poéticas son sumamente complejas: a veces utiliza versos largos o no, pero juega con las rimas hasta niveles increíbles”, llegó a escribir en su primera versión de “La nueva música clásica” de 1968.
Y también estaban entre sus favoritos The Doors, Chuck Berry, Buddy Holly, The Kinks, Pink Floyd, Leonard Cohen, Velvet Underground, The Who, Procol Harum, Jimi Hendrix y más.
¿Y sus gustos más recientes? La última versión de su libro se publicó en 1985, pero como menciona Agustín Ramírez, sus más recientes gustos musicales quedaron registrados en textos publicados en periódicos y revistas, pero igual en otros libros como en “El hotel de los corazones solitarios”.
Sin embargo, su hijo nos cuenta que entre sus nuevas bandas favoritas estaban Arcade Fire, Massive Attack y artistas como Björk, Sinéad O’Connor, DJ Shadow y PJ Harvey, de quien sintió “iba a rescatar el rock femenino”.
“El mandaba a traer los discos por internet, y revistas y cosas y entonces estaba bastante al día. O muchos amigos, o toda la familia, tratábamos de compartirle nuestras locuras musicales.… Y así andaba mucho él, en todo lo que pudiera, era un espíritu muy abierto al tiempo, entonces siempre estaba degustando lo más nuevo“.
Y en el rock mexicano, algunos de sus favoritos fueron La Cuca, La Barranca y también Molotov: “supongo que se identificaba porque eran muy polémicos igual que él en sus tiempos”. Y no se olvidaba de Santa Sabina, aunque en general “no se sentía una autoridad en rock en español”.
El rock es una cosa que va para largo
De acuerdo con Agustín Ramírez, su papá creyó hasta el final que el rock era algo vital que iba a transformarse y a seguir creciendo porque cada país lo va adaptando a su realidad.
“Sobre la vieja polémica de que si el rock moriría, que a cada rato se le declaraba ya muerto, mi jefe decía que no, que era una cosa que iba para largo“.
Y aunque han surgido nuevos géneros musicales que se han popularizado en los últimos años, para el hijo del escritor no existe ningún conflicto entre el rock y éstos.
“Cada generación tiene que deslindarse un poco de las anteriores, necesita identificarse o hacer su propia bandera y estandarte, y no se diga esta que está viviendo tiempos tan difíciles. Entonces, yo no censuro ninguna música que escuche la juventud ni nada… La prueba del añejamiento ya dirá si las cosas pasan a ser algo más que una moda y llegan a ser parte de la contracultura o incluso de la cultura oficial“.
Estas y otras opiniones sobre música pueden encontrarlas en la nueva edición de “La nueva música clásica”, la cual incluye, como les contábamos arriba, las dos primeras versiones publicadas por José Agustín en 1968 y 1985, pero también una coda escrita por Agustín Ramírez, la cual funciona como una extensión que abarca desde finales de los ochenta hasta la actualidad, completándose este libro pero también transformándose en una especie de diálogo entre padre e hijo sobre una de sus más grandes pasiones: el rock.
“Tuve la fortuna de crecer toda la vida escuchando música, tuve una clase de la escuela del rock muy nutrida y que duró toda mi vida, entonces tenía más o menos una idea de hacia dónde iba el libro. Luego tuve chance de leer las dos versiones y de hacer una comparación y encontrar por qué había querido retomar el tema“, señala Agustín Ramírez.
¿Qué gusto musical comparten con José Agustín? ¿Cuál es su opinión sobre el futuro del rock?
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