CIUDAD DE MÉXICO.— El calor en México se siente estos días de forma inusual: está haciendo que los monos aulladores se caigan de los árboles en las selvas del sudeste del país y mueran.
En medio de una dura sequía y temperaturas extremadamente altas —las autoridades prevén que se superen los 45 grados centígrados en un tercio del país— al menos 83 de estos primates han sido encontrados muertos en el estado de Tabasco.
Otros han tenido más suerte como los cinco rescatados por vecinos de la localidad de Tecolutilla y trasladados a un veterinario local que luchó por salvarlos.
“Llegaron en un estado crítico de deshidratación, deshidratación y fiebre”, explicó el veterinario Sergio Valenzuela. “Estaban como trapos, como si fueran de peluche”, señaló.
Los monos, uno de los animales más característicos de esa región mexicana, empezaron a aparecer el viernes pasado, cuando una brigada local de bomberos voluntarios se presentó con cinco de las criaturas en la caja de su camión.
Los monos aulladores son musculosos y pueden llegar a medir unos 60 centímetros, con colas igual de largas. Están dotados de grandes mandíbulas y fuertes dientes y colmillos, pero es su aullido lo que realmente intimida ya que parece pertenecer a un animal varias veces más grande.
De buena voluntad
Según explicó Valenzuela, los pobladores le pidieron ayuda y le preguntaron si podría atender a los animales aunque no tenían dinero para pagarle. El veterinario lo hizo.
“Les pusimos hielo en la plantita de la mano y en los pies”, dijo. A los que estaban en estado más crítico los alimentaron por vía intravenosa.
De momento, los monos parecen recuperarse. Antes apáticos y fáciles de manipular, ahora están en jaulas. “Ya muerden”, afirma como señal de que están recuperando su conducta normal.
La mayoría no tiene tanta suerte. El biólogo Gilberto Pozo contabilizó unos 83 animales muertos o moribundos en el suelo bajo los árboles.
La mortandad empezó el 5 de mayo y alcanzó su punto álgido el pasado fin de semana.
“Caían como manzanas del árbol”, explicó Pozo. “Estaban en un estado severo de deshidratación; morían en minutos”. Según el experto, al estar muy debilitados, las caídas desde los árboles les ocasionaban daños adicionales a menudo mortales.
“Sinergia”
Pozo atribuyó las muertes a una “sinergia” de factores, entre ellos el fuerte calor, la sequía, los incendios forestales y la tala que los priva de agua, sombra y la fruta que comen.
Para los habitantes de Tabasco, un estado húmedo, pantanoso y cubierto de selva, el mono aullador es una especie emblemática y muy apreciada; los lugareños dicen que los monos les indican la hora del día aullando al amanecer y al anochecer.
Pozo afirmó que la población local, a la que conoce por su trabajo con la organización no gubernamental Conservación de la Biodiversidad del Usumacinta, ha intentado ayudar a los monos que ven en sus granjas.
“Se caían de los árboles, la gente se conmovió y se volcó en ayuda hacia los animales” dándoles agua y frutas, explicó. Pero señaló que eso podría ser un arma de doble filo.
“Los quieren cuidar, principalmente a las crías, las quieren adoptar, pero… las crías son muy delicadas, no pueden estar en una casa donde hay perros o gatos” porque los monos pueden contagiarse de enfermedades para ellos mortales. Por eso subrayó la importancia de que, una vez en buena forma, sean liberados de nuevo en la selva.
El grupo de Pozo ha creado una estación especial de recuperación de monos —que alberga a cinco primates pero también se han visto afectadas aves y reptiles— y está tratando de organizar un equipo de veterinarios especializados para dar a los monos los cuidados que necesitan.
El gobierno federal reconoció el problema el lunes. El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que se había enterado por las redes sociales, felicitó al doctor Valenzuela por sus esfuerzos y prometió que buscaría apoyo para su trabajo.
La Secretaría de Medio Ambiente emitió poco después un comunicado en el que dijo estar analizando las causas de las muertes sobre las que hay varias hipótesis, “golpes de calor, deshidratación, desnutrición o fumigación de plantíos con agrotóxicos”.
El propio presidente, conocido por haber recorrido todos los rincones del país, reconoció que “nunca había sentido tanto (calor) como ahora”.
El 9 de mayo al menos nueve ciudades mexicanas batieron récords de temperatura: Ciudad Victoria, en el estado fronterizo de Tamaulipas, alcanzó los 47.4 grados centígrados.
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