La arquitectura y la ingeniería le han dado a México obras memorables que son un tesoro de la humanidad. Tal es el caso de un acueducto de la época colonial que está a 33 km de la ciudad de Pachuca y que después de casi cinco siglos sigue en pie como un gran monumento. Se trata de una joya del estado de Hidalgo, conocida como el Acueducto del Padre Tembleque.
Esta obra de la ingeniería colonial mexicana tiene una longitud de aproximadamente 44 km de largo y alcanza casi 40 metros de altura. Recorre la región de los valles y montañas del estado de Hidalgo y en su tiempo llevó agua a las comunidades indígenas de Otumba, Zacuala y Zempoala. Su construcción fue una iniciativa de Fray Francisco de Tembleque, el fraile franciscano del que lleva su nombre.
En México tenemos otros acueductos similares que en su tiempo cumplieron con su función de suministrar agua a las diferentes ciudades, comunidades y poblaciones. Entre los que más llaman la atención y hoy siguen en pie, tenemos el de Morelia, el de Querétaro, el del Cubo en Zacatecas o el de San Felipe del Agua, en Oaxaca, aunque el del Padre Tembleque es de los más llamativos por su gran estructura que juega con la perfección.
Los primeros acueductos del mundo
Los acueductos son un invento de la cultura griega y los romanos se encargaron de perfeccionarlos. De los primeros que se tiene registro existen desde el año 300 a.C., aunque también se conocen grandes conductos de agua hechos por el imperio asirio desde el siglo IX a.C. Se puede decir que cada cultura del mundo llegó a tener sus propios acueductos, con un flujo continuo de agua para abastecer a sus comunidades.
Estas construcciones por lo general partían desde las zonas altas en las montañas para llevar el agua de los manantiales a la gente. También hay acueductos muy antiguos en lugares como Egipto, La India, Jordania y también hay construcciones de origen precolombino en América, en países como Perú, Costa Rica o México, donde la Gran Tenochtitlan se conectaba con Chapultepec y el Lago de Texcoco para obtener agua potable.
El Acueducto del Padre Tembleque en Hidalgo
Estos sistemas hidráulicos son de los primeros pasos de la humanidad hacia un mundo civilizado. Después vendrían los drenajes y las tuberías subterráneas. Pero el Acueducto del Padre Tembleque tiene su historia particular. Su construcción, aunque se creía imposible, se llevó a cabo para cumplir con las necesidades del nuevo mundo.
El fraile franciscano, del que no se conoce su nombre real, nació en Tembleque, provincia de Toledo, en España y llegó al continente americano en la primera mitad del siglo XVI. Era un hombre emprendedor con conocimientos sobre arquitectura e ingeniería y pronto aprendió a hablar el náhuatl porque su misión era evangelizar a los pueblos locales.
El agua es escasa en esa zona. Las comunidades de la región recolectaban agua de lluvia en depósitos conocidos como jagüeyes, pero este método no fue suficiente con la llegada de los colonos, que con sus nuevas especies de animales contaminaban el agua de los depósitos cuando se metían en ellos para beber.
Una obra monumental que duró 17 años
Este célebre acueducto del estado de Hidalgo es considerado como una de las obras hidráulicas más ambiciosas y magníficas de la época colonial. Su construcción inició en 1554 y terminó diecisiete años después, en 1571. Comienza en los ojos de agua del cerro del Tecajate, hoy municipio de Zempoala, en Hidalgo, y su recorrido termina en el pueblo de Otompan, que actualmente forma parte del Estado de México.
La mano de obra del proyecto estuvo principalmente a cargo de los pobladores locales y la supervisó el Padre Francisco Tembleque. El conocimiento de los acueductos romanos hechos con grandes arcos se combinó con el saber prehispánico, con el uso de apantles o canales y de argamasa para su construcción. En sus arcos todavía se pueden apreciar algunos glifos.
Este acueducto es subterráneo en su mayor parte, pero tiene seis diferentes secciones de arcos en su recorrido y la más conocida es la Arquería Mayor o Arquería Monumental de Tepeyahualco, que está en los límites de Hidalgo con el Estado de México. Además, pasaba por canales cerrados y abiertos y algunos sistemas de tuberías.
Un acueducto imponente
Las comunidades de Otumba, Zacuala y Zempoala se beneficiaron con el agua potable y de cultivo gracias a la ingeniería, la persistencia y la fuerza de gravedad. Hoy el asombroso acueducto de Hidalgo es Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, desde julio de 2015. Vale la pena darse una vuelta para conocerlo y poder mirar su geometría imponente en los áridos paisajes de la región.
El asombroso acueducto del estado de Hidalgo está a 40 minutos de Pachuca y de Teotihuacan y hay que llegar a él por la autopista México-Tulancingo, tomando la desviación de Nopaltepec para encontrar la ruta que llega a los arcos monumentales.
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