
Cumplir 93 años no es poca cosa, para lograrlo hay que atravesar todo tipo de luchas y tener la sabiduría para distinguir entre lo superficial y lo importante. En el caso de Elena Poniatowska, con nueve décadas y contando, la vida ha sido todo esto y muchas cosas más; una travesía escrita, un desafío a las mentes cuadradas, un ejemplo de dignidad y la prueba más clara de que sí, los verederos mexicanos nacemos donde nos da la gana.

Elenita es muchas cosas al mismo tiempo; a veces periodista, otras novelista, otras reportera y siempre un humano noble que se ha preocupado por mejorar activamente las condiciones de vida de este México, que no sólo la refugió en tiempos aciagos, sino que la vio florecer y convertirse en una de esas voces que no podemos no escuchar.
En ese sentido, Elena Poniatowska Amor es casi la cronista de nuestros días. Es la que nos relató la tragedia de Tlatelolco en 1968, la que le dio un espacio a las costureras en 1985, la que siempre supo defender y escribir sobre el corazón de las luchas sociales y sobre ser mujer en México.

Honesta intelectualmente, empática, promotora incansable del arte y una mexicana que en el 2013 fue la cuarta mujer en ganarse el Premio Cervantes. Parece que fue ayer cuando se paró frente a los monarcas españoles y habló de Sor Juana.
“Del otro lado del océano, en el siglo XVII, una monja jerónima, Sor Juana Inés de la Cruz, supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento”.
Elena Poniatowska, la eterna rebelde
Nació en París, el 19 de mayo de 1932. La historia de su familia es casi digna de uno de sus tantos escritos. Hija de padre polaco aristócrata y madre mexicana, Elena y su hermana parecían destinadas a los castillos europeos y mayordomos quitando el polvo de los cuadros del siglo XVIII.

Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial se interpuso en su camino y bajo la amenaza de un nuevo régimen que entró por la fuerza a Francia, la familia Poniatowska no tuvo más remedio que migrar a México en 1942. Llegaron sin saber qué se encontrarían, pero llegaron.
Al respecto Elena dijo: “mi madre no sabía lo que me estaba regalando cuando llegamos a México”. Con sólo diez años, la niña Poniatowska se maravilló con este lugar del mundo. Todo le gustaba, las fondas, el “gracias”, la bendita manía de decir todo en diminutivo y sobre todo el pasado indígena, ese orgullo que todos tienen de haber nacido aquí, donde los quetzales bailotean entre las nubes y todo se descubre.

Siempre fue escritora, mucho antes de su primera publicación. Comenzó su carrera en 1953 en el periódico Excélsior y en 1955 sacó su primera novela, Lilus Kikus. En 1971 publicó La noche Tlatelolco, un compendio de testimonios que relatan los abusos y las matanzas a los estudiantes durante el gobierno de Díaz Ordaz. La sabiduría de Elena Poniatowska se forjó en nuestro país.

Durante sus años de vida, Elenita ha sido la precursora de todo. Maestra de literatura en el Instituto Kairós, fundadora de la Cineteca, socia de la Editorial Siglo XXI y una biógrafa virtuosa que con sus ensayos le ha dado voz a personalidades tan importantes como Sor Juana Inés de la Cruz, José Clemente Orozco, Leonora Carrington y la fotógrafa italiana Tina Modotti.
Pedazos de sabiduría de Elena Poniatowska
Dicho todo lo anterior y porque no hay nadie que se merezca más un homenaje en vida, aquí les dejamos algunas frases célebres que está escritora ha dicho o escrito a lo largo de su vida. Más que simples dichos, lo que hemos recopilado son enseñanzas acerca de todo, del amor, de México, de la escritura y hasta de la libertad. Así es la sabiduría de Elena Poniatowska.

Sobre la valentía
Del texto: Leonora
“La finalidad de la vida no es prosperar sino transformarse. Cuando uno se lanza a lo desconocido, se salva”.
Sobre la Ciudad de México
“El Distrito Federal es una ciudad que tiene origen de quimera, sacada del agua, levantada sobre el agua. Los mexicanos viven sobre lo inestable, trampa, marisma y pantano a la vez. Aquí lo real y lo irreal se confunden”.
Sobre el autoritarismo
Del texto: La noche de Tlatelolco
“Un régimen que se ensaña contra sus jóvenes, los mata, los encierra, les quita horas, días, años de su vida absolutamente irrecuperables, es un régimen débil y cobarde que no puede subsistir”.

Sobre el machismo
Del Texto Tinísima
“…se desprecia a las mujeres, se les consume, se les desecha, se les estigmatiza, se les cuelga para siempre al árbol patriarcal y allí se les ahorca”.
Sobre la poesía
Del texto: Palabras cruzadas
“El poema debe ser pasión, inteligencia. Creo yo que es la manera de pensar, pero con el corazón, vivir, pues. No puede hacer uno de la vida una cosa consciente sólo para escribir”.

Sobre la melancolía
Del texto: Hasta no verte Jesús mío
“Nunca aclaré nada. Esas son cosas de uno, de adentro, como los recuerdos. Los recuerdos no son de nadie. Nomas de uno. O como los años que nomás a uno le hacen”.
Sobre la muerte
Del texto: Flor de lis
“De pronto la miro y ya no está. Vuelvo a mirarla, la define su ausencia. Ha ido a unirse a lago que le da fuerza y no sé lo que es. No puedo seguirla, no entiendo hacia qué espacio invisible se ha dirigido, qué aire inefable la resguarda y la aísla; desde luego ya no está en el mundo y por más que manoteo no me ve…”.