
El esperado quinto álbum de estudio de Mumford & Sons, titulado simplemente Rushmere, marca el regreso de la banda tras un silencio discográfico de casi siete años y su primer trabajo como trío tras la partida de Winston Marshall.
Producido por Dave Cobb (Chris Stapleton, Sturgill Simpson), el álbum se presenta como una vuelta a las raíces folk del grupo, un sonido que los catapultó a la fama con sus primeros trabajos y del que se fueron separando para Wilder Mind (2015) y Delta (2018). Aunque los sencillos “Rushmere” y “Malibu” anticiparon esta dirección, había que confirmar si Rushmere marcaba un regreso a las raíces en su totalidad.
Mumford & Sons regresa en formato de trío intentando recuperar sus inicios
El primer disco sin Winston Marshall en la banda
Rushmere es el primer trabajo discográfico de Mumford & Sons en el que no participa Winston Marshall, quien fue el guitarrista principal y también tocaba el banjo en la banda inglesa. Su polémica salida en 2021 impacta en la música de la banda hasta hoy, con el lanzamiento de este LP.
A pesar de ser un miembro fundador, e inclusive haber declarado que pensaba que tocarían juntos hasta en sus sesentas, no es muy notable la salida de Winston, en un grupo en el que la identidad sonora de la banda depende de la voz de Marcus Mumford, y armonías vocales que siguen presentes en Rushmere.
Rushmere regresa a las raíces del folk y folk-rock que distinguen a Mumford & Sons
Rushmere se distingue por un claro retorno a la instrumentación folk, con un renovado protagonismo del banjo y las armonías vocales características de la banda. Se percibe una conexión con el sonido “foot-tapping” de sus inicios, en contraste con la exploración del pop electrónico de su anterior álbum, Delta (2018).
El análisis de canciones clave como “Malibu”, “Rushmere”, “Truth” y “Monochrome” revela la diversidad dentro de este marco folk en el que se mueven con maestría. Algunas canciones evocan la energía de sus primeros éxitos, como “Rushmere”, “Malibu” y hasta baladas como “Monochrome” y “Where It Belongs” nos recuerdan rolas sencillas pero llegadoras de sus inicios, como “Timshell” y “Awake My Soul”.
“Truth” destaca como el tema más cercano al rock, mientras que “Monochrome” ofrece una balada delicada. En general, el álbum presenta una combinación de nostalgia, reflexión y una exploración de temas líricos como la verdad, la hipocresía y la fe, con letras transparentes y confesionales en voz de Marcus, con el apoyo de Ben y Ted.
El primer disco de Mumford & Sons con una colaboración en la interpretación
El antes cuarteto y ahora trío nunca había tenido algún featuring en los créditos de sus discos originales (sin contar reediciones), y para Rushmere incluyeron a Madison Cunningham en “Blood On The Page”. La participación de la guitarrista y cantante folk es una maravilla, algo fresquísimo en el sonido de Mumford & Sons.
Contrastando la voz de Marcus con la de Madison desde el inicio de la rola, este canto desesperado entre una pareja transmite que ambos la están pasando mal, preocupados por lo que vendrá en su historia. A pesar de que Marcus ha cantado las rolas de desamor solito, como en “I Gave You All” o “Babel”, esta innovación les abre un mundo distinto que podría funcionar en un futuro.
Rushmere retoma la idea de intimidad que es básica para entender a Mumford & Sons
Desde Babel (2012), la banda no optaba por una producción tan íntima, que remonte a escucharlos en un foro pequeño e inclusive en una casa. Desde la abridora “Malibu”, pareciera que tenemos frente a nosotros al trío, con guitarra, piano y banjo, y no le temen a entrarle a los metales y cuerdas para explotar en la cima de las rolas.
Aquí se lució Dave Cobb, quien es productor de artistas de country y americana, un acierto con el que Mumford & Sons le da un sentido de cercanía y comodidad a rolas acústicas que van creciendo. Escuchamos “Caroline”, y parece que nos encontramos en alguna fiesta de amigos en la que alguien decide dedicar una rola.
Contrario a la idea de hacer discos para llenar estadios, como lo escuchamos en Wilder Mind y Delta, hoy nos encontramos con un álbum que recuerda los inicios de la banda. Algunos de sus conciertos de esta gira homenajean esto, tocando en lugares pequeños, comparado con estadios, e inician en el Rough Trade de Londres el lunes.
Un esperado regreso a las armonías vocales que se habían perdido
En sus dos trabajos pasados, aunque habían armonías sutiles, Mumford & Sons se enfocó en darle un giro al folk que se asemejara al rock de estadio e inclusive al pop. Para Rushmere, se despojaron de lo superficial y regresaron al núcleo del folk, y en gran medida, eso significó retomar las armonías vocales entre los 3 integrantes.
El estruendo del rock en Wilder Mind, dejaba en un segundo plano las armonías vocales, y Marcus se llevaba mucho protagonismo. Desde “Malibu”, el trío trabaja en armonías, y al ser una producción más íntima, se escuchan muchísimo a lo largo del disco. Como ejemplo, al final, “Carry On”, con un mensaje esperanzador, cierra con las voces de Marcus, Ben y Ted, en armonías sencillas pero efectivas para marcar el regreso absoluto a un plan de una banda folkera.