
The Mars Volta regresa hoy con un nuevo disco, apenas tras su disco homónimo de 2022 y su versión acústica Que Dios Te Maldiga Mi Corazón (2023). Lucro sucio; los ojos del vacio es un cambio drástico en la visión artística de la banda, ya que se trata de 18 rolas continuas que no muestran cambios claros de una rola a otra, y en las que Omar Rodríguez López y Cedric Bixler-Zavala le dan rienda suelta a la improvisación y jam.
Previo a su noveno disco de estudio, la banda estrenó su documental If This Ever Gets Weird, por lo que platicamos con Nicolas Jack Davies, director de este largometraje. Rescatamos 5 claves sobre el nuevo disco de The Mars Volta Lucro sucio; los ojos del vacio, que te contamos por acá.
Un disco que se apoya en la improvisación que logra el dúo
A lo largo de 49 minutos, Omar y Cedric se ponen a jammear y encuentran una nueva dinámica en la que cada cambio de canción parece ser directamente resultado de un jam sin fin.
En las 18 canciones que forman el disco, resulta complicado destacar algunas que se puedan aislar del resto y escucharse sin el contexto que les dan las demás rolas. “Reina tormenta” y “Voice in my knives” son las rolas que mejor funcionan de manera independiente, ya que no dependen de las previas o outros que predominan en este álbum.
El primer disco continuo de The Mars Volta resulta congruente con sus convicciones pero confuso
Este es un disco complicado para quienes no le han entrado anteriormente a The Mars Volta, ya que de principio a fin, el disco no tiene pausas, sino que sigue un estilo de producción en el que se simula “una toma”. Parece una pista de 49 minutos, en la que es dificíl distinguir cuando se termina una rola y comienza otra.
Por otro lado, The Mars Volta dejó descansar el rock progresivo que marcó su sonido desde su Deloused in the Comatorium (2003) y Frances the Mute (2005), y tenemos rolas que hasta podemos catalogar como electrónica obscura, como sucede con “Cue the sun”. La banda siempre ha actuado conforme a su idea artística, sin importarles cumplir con las expectativas o con querer colocar su música en las listas de popularidad, pero este cambio de géneros resulta desorientador.
Los sintetizadores como protagonistas del nuevo sonido de The Mars Volta
A pesar de que Omar Rodríguez López es uno de los guitarristas más prolíficos que han surgido en las últimas décadas, tal parece que para Lucro sucio; los ojos del vacio, dejó descansar bastante su guitarra y se encontró con las progresiones en sintetizadores, que apreciamos a lo largo de los casi 50 minutos de disco.
Desde la abridora, irónicamente titulada “Fin”, apreciamos que los sintetizadores tendrán una presencia importante en el álbum. Esto se escucha en “Mictlán” y “Alba del orate”, en las que los sintetizadores sostienen toda la rola. Este disco será recordado quizás como el disco más electrónico de The Mars Volta, así que para los amantes de los riffs y solos de guitarra de Omar puede resultar algo anticlimático.
18 canciones que se pierden entre interludios, intros y outros
Es muy complicado entrarle a este disco esperando que tenga una estructura fija, ya que Omar y Cedric exploran con un jazz de forma libre y sonidos bastante dulces, algo distinto a sus trabajos anteriores, que en gran medida buscaban ser transgresores e intensos. The Mars Volta usó bastante los puentes instrumentales, sin vocales y que no forman como tal una rola estructurada, para darle a este disco descansos, que aletargan la dinámica del álbum.
Aunque su disco homónimo de 2022 acortó la longitud de las canciones, algo sorpresivo para quienes los siguen desde sus inicios, este disco llevó esa aproximación al extremo, con varias rolas que pasan apenas el minuto de duración y otras que duran incluso menos de 30 segundos. Cuando hay momentum en el disco y parece que llegarán a algo intenso, la rola se ha terminado y entramos a otro espacio instrumental de cambio.
El disco más experimental de una banda creada para experimentar
Sin duda, Lucro sucio; los ojos del vacio es el disco más experimental y aventurado del dúo, en el que desafiaron todas las reglas autoimpuestas que nos habían mostrado en el pasado, pero que nos deja a la vez desorientados por lo que acabamos de experimentar.
Es un disco diseñado para escucharse en una sesión ininterrumpida, ya que se trata de un viaje sonoro continuo, y por tanto bastante cinemático. “Vociferó”, por ejemplo, no se entiende completamente sin “Mito de los trece cielos”, una pieza instrumental que sigue la misma línea mística y metafísica de su antecesora. Habrá que ver lo que la banda hace en vivo con este nuevo álbum, ya que recientemente han dejado de tocar rolas pasadas, para tocar de corrido todo este nuevo disco.