
Durante su participación en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), el director mexicano Guillermo del Toro sorprendió con una declaración poderosa: su próxima película, Frankenstein, es una obra profundamente personal. Más allá de ser una adaptación del clásico de Mary Shelley, el cineasta confesó que este proyecto refleja su relación con su padre. La figura del monstruo no solo es un símbolo literario, sino también una proyección emocional para él. Esta revelación cambia la forma de entender el filme.
Del Toro, conocido por su capacidad de mezclar lo fantástico con lo humano, compartió que Frankenstein ha sido un sueño largamente acariciado. La historia la lleva desarrollando desde hace más de una década, pero solo ahora se sintió preparado para contarla. El impulso emocional surgió tras la muerte de su padre, quien fue una figura compleja en su vida. “La criatura y el creador, ambos rotos… esa fue mi niñez”, dijo durante su intervención.
La película cuenta con un elenco de lujo que incluye a Oscar Isaac, Jacob Elordi y Mia Goth. Cada uno representa partes clave del relato, que Del Toro ha reimaginado desde una perspectiva más introspectiva. El tono no será de horror clásico, sino una fábula trágica sobre la paternidad, la pérdida y la redención. Esta visión ha sido elogiada por la crítica desde sus primeros avances, que anticipan una obra cargada de belleza oscura.
Del Toro subrayó que su versión de Frankenstein no está pensada como una película comercial, sino como una obra de duelo. La criatura representa al hijo que busca ser visto, mientras que el doctor encarna a un padre distante e incomprendido. “Este no es un monstruo con tornillos en el cuello, es un alma rota”, dijo el cineasta. Con esta frase, dejó claro que su obra busca tocar fibras personales y universales a la vez.
La película ha generado enorme expectación no solo por el enfoque temático, sino también por la calidad del equipo detrás de cámaras. Alexandre Desplat compone la música, y el diseño visual corre a cargo del habitual “dream team” de Del Toro. Todo apunta a una obra visualmente deslumbrante, pero emocionalmente devastadora. “Es la película más hermosa que he hecho, y la más dolorosa también”, confesó.
Esta no es la primera vez que Del Toro usa el cine como vehículo terapéutico. En El laberinto del fauno y La forma del agua ya había mostrado su talento para entretejer lo personal con lo fantástico. Sin embargo, Frankenstein se perfila como su obra más confesional hasta ahora. El director tapatío reconoce que ha volcado en ella sus heridas más profundas, y eso es lo que le da fuerza a la narrativa.
Para muchos, Frankenstein será una historia de terror renovada. Para Del Toro, es una carta a su padre, escrita con imágenes y emociones. La película se convierte así en un diálogo post mortem, un intento por reconciliarse con una figura paternal que dejó marcas imborrables. “No todos los padres son monstruos, pero todos somos criaturas de nuestros padres”, comentó con voz quebrada.