
Una historia extraordinaria de supervivencia, fe y aislamiento ha salido a la luz en el sur de la India. Nina Kutina, una mujer rusa de 40 años, junto a sus hijas Prema (6 años) y Ama (4 años), vivieron durante casi 7 años en una cueva aislada en el estado de Karnataka, sin acceso al mundo exterior y completamente alejadas de la civilización. Su vida transcurrió en un ambiente profundamente espiritual, bajo la influencia del hinduismo, lo que les permitió sobrevivir en condiciones extremas con poco más que los rituales espirituales que realizaba la madre.
La familia fue rescatada por la policía india en una operación que sorprendió a las autoridades locales. El hallazgo ocurrió cuando una patrulla policial que realizaba labores de vigilancia en la zona de Ramateertha, cerca de Gokarna, notó algo extraño: ropa colgada en los árboles en la ladera de una montaña. Intrigados, los agentes decidieron investigar más a fondo, y lo que descubrieron fue aún más asombroso.
Al llegar a la cueva, los oficiales encontraron a Nina y sus dos hijas viviendo en un entorno rudimentario, que se había convertido en un santuario espiritual. En el interior de la cueva, había un ídolo del dios hindú Rudra, junto con varios otros elementos rituales típicos de las pujas, prácticas espirituales hindúes. Nina dedicaba su tiempo a la meditación, realizando estas ceremonias como una forma de conectar con lo divino y para mantener a sus hijas alejadas del mundo exterior, que consideraba corrompido.
La familia vivía en condiciones precarias, durmiendo sobre láminas de plástico para protegerse de las inclemencias del tiempo y alimentándose principalmente de fideos instantáneos, que es lo que logran encontrar en las cercanías de la cueva. A pesar de las duras condiciones, la madre y las niñas parecían estar en un estado de paz y aceptación, completamente alejadas de la vida cotidiana y la modernidad.
El relato de Nina Kutina comenzó en 2015, cuando viajó a la India con un visado de negocios. Sin embargo, su visado expiró en 2017, y a pesar de que las autoridades indias intentaron contactar con ella para que regularizara su situación migratoria, Nina nunca regresó a Rusia ni intentó renovar su visado. En lugar de esto, se alejó completamente del mundo exterior, buscando una vida más espiritual en los remotos parajes de la India, un país con una gran tradición de espiritualidad y retiro.
Con el paso de los años, Nina y sus hijas se convirtieron en invisibles para el sistema. Aunque la policía local tenía conocimiento de su presencia, nunca pudieron localizarla hasta que finalmente, en 2025, se produjo su rescate. Según los informes, la familia no había tenido contacto con nadie fuera de su círculo cercano y nunca intentó establecer relaciones con la comunidad local.
Tras ser encontrada en la cueva, Nina y sus hijas fueron trasladadas a un ashram cercano, un centro de retiro espiritual, donde las autoridades locales les ofrecieron apoyo. Mientras tanto, se inició el proceso de deportación de Nina hacia Rusia, ya que su estancia ilegal en el país violaba las leyes migratorias indias. Además, se revisó la situación de sus hijas, quienes no tenían documentos oficiales de identidad y no contaban con registros en ningún sistema de salud o escolarización.
La historia de Nina ha generado controversia en la India y más allá, entre quienes la consideran una mujer extremadamente dedicada a su fe, y quienes la critican por haber puesto a sus hijas en una situación de aislamiento total, sin acceso a la educación o a servicios de salud. Algunos activistas han señalado que, aunque la madre tuvo derecho a buscar su paz espiritual, las niñas no deberían haber sido privadas de una vida normal, dentro de un sistema social y educativo que les pudiera ofrecer oportunidades de desarrollo.
Este caso ha resaltado, además, la necesidad de revisar los protocolos de migración y la seguridad para aquellos extranjeros que se encuentran en India con visados caducados. Si bien Nina no fue la única en tener esta experiencia, su historia ha capturado la atención mundial debido a las condiciones extremas en las que vivió.
Aunque se desconoce qué será de la familia en el futuro, las autoridades se han comprometido a asegurarse de que Nina reciba la asistencia necesaria para regularizar su situación y ofrecerle un futuro más estable a sus hijas. En la India, donde la espiritualidad y los cultos hindúes juegan un papel muy importante, la historia de esta madre rusa viviendo en aislamiento ha abierto un debate sobre la libertad religiosa, el derecho de las personas a elegir su forma de vida y, sobre todo, la protección de los derechos de los menores.